sábado, 24 de diciembre de 2011

Extracto de "La Navidad de Un Dark Hunter"



Era Nochebuena. El Clan de los Osos se reunía poco a poco en los dos grandes salones de la planta baja, decorados con un par de altísimos árboles de navidad. Gallagher se mantuvo al fondo de la estancia, observando al cada vez más numeroso grupo de Katagarios y Arcadios que habitaban en el hogar de los Peltier, y que se reunían para la inminente celebración.
Serre y Alain Peltier se encontraban allí con sus parejas y sus cachorros. Los oseznos escalaban las montañas de regalos e intentaban subir a los árboles de navidad, mientras sus padres –que mantenían sus formas humanas en consideración a Gallagher- les ponían de vuelta en el suelo.
Justin Portakalian bajó las escaleras en forma de pantera y cogiendo a uno de los cachorros por el cuello, lo hizo rodar juguetonamente por el suelo mientras Marvin, en forma de mono, chillaba nervioso e intentaba saltar a la espalda de Justin para dar una cabalgadita. Era la reunión navideña más grotesca que Gallagher había visto en sus más de cien años de vida. Se sentía fuera de lugar, mucho más desplazado que cuando llegó tres días antes. Cuando los miembros de los Howlers se unieron a la fiesta, Gallagher decidió que necesitaba un poco de aire fresco y un respiro para aclarar sus ideas. Encontró a Mamá Lo en la puerta.
— ¿Estás bien?
Gallagher le contestó con una sonrisa.
— Un poco agobiado. Volveré en unos minutos.
La mujer le dio unas palmaditas en el brazo y le dejó para reunirse con su familia. Él se dio la vuelta en el vano de la puerta y miró el caos que se había formado en el salón. Realmente, ésa era la palabra: caos.
Cerró la puerta tras de sí y se adentró en la fría y oscura noche, vagando sin rumbo por el Barrio Francés. Antes de reaccionar, se encontró delante de la Catedral de San Luis. Hacía mucho tiempo que no entraba a una iglesia. Sólo había unas cuantas personas acercándose al lugar. Sin duda, la mayor parte de los parroquianos esperaría hasta la hora de la Misa del Gallo. Comenzó a dar la vuelta para alejarse, pero en lugar de ello, su cuerpo siguió a las personas que se encaminaban hacia el interior. El vestíbulo de la iglesia estaba oscuro, pero con su vista de Cazador podía ver con claridad, y se dirigió hacia la pequeña pila de agua bendita en la pared de la izquierda, al lado de la Sacristía. Se persignó con el agua y abrió las puertas de madera oscura que llevaban al interior. La belleza de los murales y de las imágenes le devolvió con rapidez a los días de su infancia, cuando él y sus hermanos hacían pasar verdaderos suplicios a su madre con sus travesuras y ella se veía obligada a acorralarles entre los bancos de la Catedral de San Patricio. Siempre iban a la Misa del Gallo en Nochebuena; sin importar el tiempo que hiciese ni la salud de su madre.
Gallagher hizo una genuflexión, se persignó de nuevo y se sentó en la última fila de bancos. Podía sentir a Rosalie en aquel lugar; como buena creyente y practicante, jamás se había saltado un día de precepto ni una festividad católica. Y él la había acompañado sumisamente, enfrascado en un mar de dudas. Siempre paciente, Rosalie se sentaba a su lado, le daba una palmadita en el brazo y sonreía satisfecha consigo misma por haber conseguido algo que parecía imposible.
— Te echo de menos, Rose —dijo con el corazón en la garganta y un dolor insoportable en el pecho provocado por su ausencia. Quería quedarse allí donde percibía su presencia, pero no podía hacerlo. Ningún Cazador podía permanecer mucho rato en una antigua iglesia antes de que los fantasmas del pasado le atormentaran.  Y en ese momento, se encontraba muy débil para enfrentarse a ellos. Se puso en pie y, silenciosamente, regresó a la pila de agua bendita y salió a la calle. Hacía frío, pero nada que ver con el aire gélido de Chicago o con la frialdad que se extendía en su interior. Bajó por la calle Chartres, pero en realidad, no sabía hacia dónde se dirigía. No tenía deseos de volver al Santuario y no había necesidad de cazar en Nochebuena; puesto que la mayoría de los humanos se quedaban en casa con sus familias, los Daimons solían hacer lo mismo.

2 comentarios:

  1. Siento un no sé que por Gallagher, espero que Sherri le haga una bonita historia =)

    Besos ^_^

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  2. Pues si la historia de Gallagher es muy triste :( y si a mi tambien me gustaria que Sherrilyn escriba algo fresco y alegre para el.

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